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dimecres, 2 de desembre del 2015


AMB CAMES QUE RODEN (76)


MANIFIESTO
GRUPO DE TRABAJO SOBRE DISCAPACIDAD
DE LA FUNDACIÓN ISONOMIA
Castelló de la Plana, 3 de diciembre de 2015.
Como cada año, ya hace treinta y tres, el 3 de diciembre conmemoramos el Día Internacional de las Personas con Discapacidad que instituyó Naciones Unidas. Desde la positividad, los días internacionales son una manera de recordar a la sociedad en su conjunto que hay colectivos de ciudadanas y ciudadanos que, por sus circunstancias personales, ven restringido el ejercicio real y efectivo de sus derechos. Pero estos recordatorios que se conmemoran una vez al año no son bastante, porque los inconvenientes, en varias formas, que obstaculizan el acceso a la igualdad de oportunidades y afectan el desarrollo de sus vidas están presentes cada día. Por lo tanto, se tendrían que recordar los 365 días del año las situaciones anómalas que sufren, en este caso concreto, las mujeres y hombres con discapacidad.
Uno de los hechos presentes en la cotidianidad de un número muy alto de estas personas, que se tendría que denunciar cada día, es el peligro de sufrir violencia desde el entorno más cercano (pareja, familia, personal que las atiende...), riesgo que crece con el aumento del tanto por ciento de discapacidad que se manifiesta y, todavía más, cuando ésta causa situaciones de dependencia. Como sucede en todos los ámbitos, las mujeres siempre son las más afectadas y al riesgo de sufrir agresiones por manifestar una discapacidad le suman el de ser víctimas de la violencia machista, que es como se tiene que denominar la violencia infligida por hombres hacia mujeres. Según los datos registrados anualmente por la Delegación del Gobierno para la Violencia de Género, se estima que un 10% de las mujeres que son asesinadas en el Estado Español cada año por violencia machista tienen una discapacidad certificada. Esta cifra sólo visibiliza los casos más extremos, restando invisibles para el resto de la sociedad la inmensa mayoría de agresiones (expresadas en todas sus formas: físicas, psicológicas, sexuales, económicas, sociales...) que sufren, de manera silenciosa y anónima, las mujeres con diversidad funcional.
Por otro lado, desde las administraciones públicas siguen debilitando las ya escasas posibilidades de alcanzar un bienestar con dignidad. Ahora ha sido el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad el que ha lanzado otro torpedo a la línea de flotación del colectivo al fijar un límite a las subvenciones para adquirir productos del catálogo ortoprotésico con la excusa de «racionalizar» el gasto. Esto quiere decir que si se quiere optar a un prototipo mejor, no incluido en este catálogo, se obliga a renunciar a la subvención y a pagar el 100% del precio del artículo. Un ejemplo de las consecuencias que tendrá esta limitación es que, a la hora de comprar una silla de ruedas ligera, la administración solamente dará 352 euros de ayuda. Por esta cantidad, la silla menos pesada que se puede encontrar pesa 11 kilos. Así que, si se necesita una silla más ligera, de 6 kilos, ya no tendrá subvención y se deberá pagar el coste íntegro de la silla con la repercusión negativa para las economías de supervivencia que tienen la mayor parte de las personas con discapacidad.
Unas economías ya muy resentidas por el copago que se estableció en la Comunidad Valenciana hace dos años mediante el Decreto 113/2013, de 2 de agosto, que establecía el régimen y cuantías de los precios públicos a percibir en el ámbito de los servicios sociales y que sigue vigente a pesar de que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana (TSJCV) dictó en varias ocasiones su anulación. Además, las promesas manifestadas por miembros de los partidos que ahora gobiernan la Generalitat Valenciana, en el sentido que tramitarían la derogación del copago, todavía no se han hecho realidad. Quizás será que es más fácil hacer promesas cuando no se tiene la responsabilidad de cuadrar las cuentas.
En otro orden de cosas, se tiene que mencionar la Resolución de 3 de noviembre de 2015, sobre acreditación de centros y servicios del Sistema para la Autonomía y Atención a la Dependencia. Esta medida, si se aplica correctamente, puede resultar muy importante porque controlará –y es de esperar que mejorará- el nivel de la calificación profesional del personal que atiende a las personas con discapacidad. A pesar de que, como suele ocurrir en muchos ámbitos de la vida, además de la preparación teórica que se pueda adquirir mediante estudios, que más tarde se certificarán con títulos, es fundamental la experiencia acumulada en el trabajo de cada día y la inteligencia emocional. Una mujer, o un hombre, puede contar con una excelente preparación académica pero no tener la sensibilidad y la empatía necesarias para trabajar atendiendo a personas en circunstancias especiales.
Asimismo, es positiva la sentencia del Tribunal Supremo (TS) reconociendo el derecho de las personas dependientes a escoger la ayuda que consideren más adecuada, desestimando el recurso que habían interpuesto ocho residencias contra una resolución del TSJCV sobre procedimiento para reconocer el derecho a prestaciones de personas dependientes.
También, una vez más, se tiene que recordar la importancia de implementar los principios y mandatos de la Convención Internacional sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad aprobada por Naciones Unidas en 2006. Que sus postulados estén presentes en toda la legislación que se promulgue, sin que tengan que ser leyes específicas para el colectivo.
Para cerrar este manifiesto, como todos los años, recordaremos el lema que asevera que el derecho a la diversidad y a la igualdad son valores universales que se tienen que defender en todas partes:
«Todas las personas somos diferentes.

Todas las personas somos iguales.»